viernes, 11 de marzo de 2011

La Monarquía Francesa y sus dinastías



La formación del Estado moderno en Francia Fue bastante diferente al español. Hay dos razones muy importantes que llevan a decir esto:
·         La monarquía no tuvo el problema de tener que unir reinos diferentes con tradiciones políticas y culturales opuestas.
·         No tuvo la ventaja de ingresos provenientes de un imperio colonial, se vio obligada a llevar adelante la centralización fiscal y administrativa del reino, lo que reforzó la centralización de su poder. Para poder conseguir esto aportaban mucho dinero para la formación de nuevas ciudades.

Los reyes Capetos
La monarquía de los Capeto extendió lentamente su soberanía, durante los siglos XIII y XIV, desde el centro de Francia hasta Flandes y el Mediterráneo.
Gobernaron de forma continua entre los años 987 al 1328. Su nombre proviene de Hugo Capeto (938-993), duque de París y fundador del linaje. Fue elegido monarca por la nobleza y el clero en el año 987, tras la muerte del último rey de la Dinastía Carolingia, Luis V el Perezoso (967-987).
En un principio, ejercieron un poder limitado al área circundante a París, pero los Capetos extendieron y se aseguraron el dominio de la mayoría del territorio francés —en ese entonces, en manos de la nobleza local— con la ayuda de hábiles alianzas y conquistas. Para evitar conflictos hereditarios, los Capeto designaban a su heredero el mismo año de su coronación o, al menos, en vida.
Los reinados más destacados fueron los siguientes:
•Felipe II Augusto (1180-1223), quien fortaleció la monarquía y estableció París como capital del reino;
•Luis IX ó san Luis (1220-1270), rey devoto y enemigo de la corrupción, dirigió la séptima cruzada y fue canonizado por el Papa
• Felipe IV el Hermoso (1285-1314), famoso por ser el responsable del traslado de la sede papal a Aviñón (1309) y de la supresión de la orden de los templarios (1312). Estos eran unos monjes guerreros cuya orden surgió con las Cruzadas (guerras santas para reconquistar Jerusalén a los musulmanes), pero cuyo poder fue creciendo hasta que el rey tuvo que recurrir a ellos para conseguir dinero. Una solución drástica para no pagar sus deudas, fue capturar y torturar a los templarios hasta que confesaron que eran herejes, y luego quemarlos en la hoguera.
•Cuando el último hijo de Felipe IV, Carlos IV el Hermoso, falleció en 1328 sin dejar un heredero varón que lo sustituyera en el trono, una rama joven descendiente de los Capetos, los Valois, tomó el control del reino de Francia. Este problema con la sucesión originó que Inglaterra decidiera intervenir.

Los reyes Valois
Ante la duda con respecto al sucesor del último rey Valois, Inglaterra pretendió el trono de Francia. Pero la nobleza francesa se opuso a tener un rey inglés y apoyó a Felipe de Valois.  Esto originó la guerra de los Cien Años. Esta lucha por imponer a Valois y luchar contra los ejércitos ingleses, ayudó a la formación del Estado Moderno francés, ya que nada une tanto como luchar contra un enemigo común más si es un invasor extranjero. El final de la guerra de los cien años coincidió con la intervención de Juana de Arco, que convirtió esta guerra en un asunto místico y religioso, ya que ella decía estar enviada por Dios, y que lo que hacía era ordenado por sus “voces”. Como fue capturada y quemada por los ingleses, se convirtió en mártir y símbolo de Francia. Finalmente los franceses lograron expulsar a los ingleses y asentar su reino.
Hacia finales del siglo XV, el poder real estaba fortalecido por un ejército pagado por su propio bolsillo y formado por soldados, además de un impuesto directo que no podía ser discutido. Pero todavía no se había logrado organizar una administración unificada. Con Luis XI ya se consigue un poder real más consolidado y se comienzan a dar los primeros pasos para lo que luego será el absolutismo francés.
El prestigio de la dinastía de los Valois creció cuando Francisco I decidió enfrentar a Carlos V de España y dirigió a la nobleza hacia guerras exteriores, para conquistar Italia. Pero después de la victoria española de San Quintín (1557), en 1559 se firmó la Paz de Cateau-Cambrésis. Francia debió renunciar a sus aspiraciones por conquistar Italia, el rey de Francia fue tomado prisionero por el rey de España lo que resultó muy humillante para él. Y desde entonces Felipe II de España intervino muchísimo en la política francesa. 
Con la muerte de Enrique II de Valois (esposo de Catalina de Medici) comenzaron cuarenta años de extensas y masacradoras luchas internas. La guerra civil se inició como un conflicto religioso entre los hugonotes (protestantes) y los católicos, pero luego se enfrentaron por el poder las familias más importantes de la nobleza francesa.
Esta lucha desencadenó otros conflictos sociales más profundos:
·         Los pequeños propietarios rurales sin recursos se unían a los ejércitos católicos o protestantes para sobrevivir.
·         Las ciudades se encontraron en la miseria a causa de los impuestos reales que tenían que pagar para la guerra.
·         La devastación del campo por las constantes campañas militares, originó rebeliones entre los campesinos hambrientos.
Finalmente estas guerras de religión coincidieron con el fin de la dinastía Valois y dieron paso al primer rey Borbón.

Los reyes Borbones
En 1590, luego de todas estas luchas y destrucciones y a pesar del descontento general tanto en ciudades como en el campo, la nobleza se reunificó. El hugonote Enrique de Borbón, en 1593, aceptó convertirse al catolicismo y desde entonces fue reconocido por los nobles católicos y protestantes como Enrique IV de Francia, fundador de la dinastía de los Borbones.
Enrique IV reconstruyó la ciudad de París y la convirtió en capital permanente del reino y sede de la monarquía. Sus administradores tomaron medidas para lograr la recuperación de la agricultura y el comercio de exportación. Después de medio siglo de cuestionamientos y fracasos, la monarquía recuperó su prestigio entre la sociedad.
La paz se consolidó en 1598 cuando el Edicto de Nantes garantizó a los hugonotes libertad de conciencia, una ilimitada libertad de culto, y derechos políticos y militares. Sobre estas bases, y a lo largo de todo el siglo XVII, se consolidó el poder absoluto de la monarquía francesa.


Los reyes Luises (Luis XIII, Luis XIV, Luis XV y Luis XVI) fueron evolucionando hacia el absolutismo. Esto quiere decir que se sentían dueños de hacer y deshacer a su antojo y sin ninguna restricción. Creían que su reinado estaba concedido por Dios y por esto no debían rendir cuentas a nadie. Fueron aumentando los gastos de su corte y rodeándose de lujos y derroche (una muestra de ello es la construcción del espectacular castillo de Versalles) mientras el pueblo y los campesinos eran cada vez más pobres, debido a los lujos de la corte y los gastos excesivos de las guerras con países vecinos.
Todo esto culminó en la Revolución Francesa (1789), que bajo los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad, arrasó con el orden establecido y tomó el poder. Mediante juicios populares y un Comité Revolucionario, condenaron a la guillotina tanto al Rey Luis XVI como a su esposa María Antonieta.



Fueron unos años muy inestables, durante los cuales murieron miles de nobles y cortesanos de la misma forma que el rey y la reina. Además, los países vecinos, temerosos de que sus habitantes pudieran hacer lo mismo que el pueblo francés, se unieron para atacar a Francia. En estas guerras comenzó a destacarse Napoleón Bonaparte, que era un general del ejército nacido en Córcega. Fue cosechando cada vez más triunfos hasta que se autoproclamó Emperador (su símbolo era el águila imperial) e invadió varios países europeos y africanos (incluida España, que los pudo echar luego de la Guerra de la Independencia, reflejada en los cuadros de Goya). El intento de invadir Rusia fue el principio del fin, y luego de que fuera derrotado en Waterloo los países de Europa decidieron instalar en el trono a otro Rey Borbón bajo el nombre de Luis XVIII.
Este nombre fue un homenaje al hijo de Luis XVI, que era un niño cuando su padre fue condenado a muerte y que desapareció sin que nunca se supiera que había sucedido con él. O sea que nunca llegó a reinar como Luis XVII, pero en honor a él su tío se hizo nombrar Luis XVIII.

Carlos IX fue el último rey Borbón, murió en 1836, y desde esa fecha no ha habido reyes en Francia, salvo un breve reinado de Luis Felipe de Orleáns, entre los dos Bonaparte. Desde 1870 Francia es una República.

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