viernes, 11 de marzo de 2011

París es... París. No hay necesidad de mayores adjetivos para reconocer lo que al viajero sugiere esta ciudad. París es tan intensa como sutil, tan veloz en la vida cotidiana como reposada en las tardes de bohemia, tan moderna como antigua, tan culta como popular; es tan francés, que no se concibe a Francia sin ella. Pero París no es toda Francia, es sólo una parte de este encantador país a cuyo encuentro acuden anualmente miles de turistas.
La ciudad está dividida en 20 distritos o arrondissements, cada uno de los cuales ofrece un animado paisaje urbano. Esta división de tipo geopolítico, queda marcada por el río Sena, que cruza París y en cuyos márgenes se fundó la ciudad hace más de 20 siglos. Con fines prácticos se pueden señalar cuatro zonas: la Ile de la Cité, que comprende las islas que se enclavan en el Sena, el propio río en todo su caudal, la Orilla Derecha y la Orilla Izquierda, que son los sitios ubicados a ambos lados del río.

EL RÍO SENA


Un paseo en barco por el río Sena ofrece una vista que resulta muy atractiva y ubicativa para el recién llegado. Desde sus aguas ancestrales, es posible vivir con intensidad esa sensación onírica de estar atrapado en el pasado, en una especie de tarjeta postal viva que golpea con los olores, los sonidos y los colores que se perciben. Hay tres compañías que ofrecen excursiones en barco por el río de día durante casi todo el año y de noche durante el verano, cuando el clima invita a recorrer París de esta romántica manera. Los paseos duran desde una hora hasta una mañana o una tarde. Algunas naves son de gran elegancia y exigirán a sus pasajeros el uso de traje y corbata. Los precios varían de acuerdo a la calidad de la embarcación y los servicios que preste.
El río se puede recorrer también a pie, por sus orillas, encontrando entonces un fuerte contraste entre la quietud de sus aguas por un lado, y la agitación vehicular de las vías rápidas que corren paralelas al río. La mayor ventaja de hacer el recorrido a pie es que de esta forma resulta posible acceder a sus puentes en el sentido en que fueron construidos: como forma de cruce hacia el lado opuesto.
Los puentes del Sena fueron construidos entre 1600 y 1800 por órdenes de diferentes gobernantes. La intención era, desde luego, práctica: facilitar el tránsito de un lado a otro del río; sin embargo, el característico espíritu estético de los franceses hizo de estos puentes sitios románticos y bellos desde los cuales tener un instante de intimidad con el río y sus reflejos. El Pont Neuf, de 1607, fue en los tiempos de su reciente construcción un centro de reunión de cantantes callejeros, charlatanes, vendedores de libros y dentistas aficionados, así como de toda clase de estafadores y ladronzuelos. El Pont Royal, construido en el reinado de Luis XIV, permite una excelente vista de los jardines de las Tullerías y el Louvre. El Pont de la Concorde, correspondiente a la etapa de la Revolución francesa, guarda en sus entrañas piedra tomada de la destrucción de la Bastilla y con ello representa el fin de una era de absolutismo que los franceses marcan notablemente. También se le conoce como el Puente de la Revolución. Por último, el Pont Alexandre III, el más nuevo del río, construido a finales del siglo XIX, representa la era tecnológica de Francia al estar realizado en acero.

LA ORILLA DERECHA

La Orilla Derecha del Sena ha sido tradicionalmente la zona burguesa de la capital francesa. Es aquí donde se localizan las boutiques más exclusivas, las joyerías más renombradas, los teatros y cines de mayor categoría y elegancia. Los Campos Elíseos son la avenida más importante y representativa de esta zona y de la vida parisina en general son esa especie de camino en el que se puede perder, por un instante, la visión de la realidad y sentirse un personaje épico, romántico, histórico o ser, sencillamente, un turista que se acerca a una cultura acogedora. Aún si solo se cruza como mero efecto de tránsito, esta avenida hipnotiza con su encanto y elegancia. De día, la belleza de sus árboles, castaños, plantados a lo largo del camino por órdenes de Catalina de Médicis, ofrece una vista natural, serena y atractiva para quienes gustan de esa extraña conjugación entre la civilización y la naturaleza. De noche, las luces que lo iluminan convierten esta zona en un espectáculo de luz, sofisticado, cosmopolita, netamente francés y absolutamente parisino. La mayor parte de esta famosa avenida está ocupada por tiendas, cines y cafés, de los cuales son mundialmente conocidas sus terrazas en donde es posible observar pasar a los demás y sentir que el tiempo no es la torturante amenaza de todos los días.

Un recorrido ideal es el que inicia en la Plaza de la Concordia, en donde fueron guillotinadas más de 1.000 personas durante la era de terror post-revolucionaria. En esta plaza se encuentra también el monumento más antiguo de Francia: el Obelisco de Luxor, impresionante obra de 23 m. de altura, tallado en granito rosado en el año 1300 aC. regalo del virrey de Egipto en 1836. Continuando por los Campos Elíseos, se llega al Arco del Triunfo erigido por Napoleón y símbolo del imperio, de la república y la libertad. Durante este trayecto se pueden observar el Petit et Grand Palais, de la época monárquica, esculturas colosales que se han ganado un sitio en esta calle y, bajo el imponente Arco del Triunfo, la Tumba del Soldado Desconocido que rinde homenaje a los muertos en la Primera Guerra Mundial.

El Louvre es el museo de mayor renombre de París. Más de 18 hectáreas componen esta especie de plaza- museo que alberga alrededor de 400.000 obras; entre éstas, La Mona Lisa de Leonardo Da Vinci, quizá la estrella del museo. Entrar en el Louvre es abstraerse del acelerado mundo actual y trasladarse a una época sin tiempo, en donde solo la sensibilidad, el sosiego, la belleza marcan el ritmo de la historia. Construido a principios del siglo XIII, fue originalmente una fortaleza de protección de la ciudad. Con el paso de los años y de la monarquía, fue sufriendo modificaciones que lo volvieron más acogedor y que lo convirtieron en residencia real. La sección que ofrece una vista hacia el jardín de las Tullerías, correspondió a la zona palaciega destinada a funcionar como morada de la Familia Real en París. En otra época, fue residencia de cortesanos menores o de artistas hasta que, durante la Revolución Francesa, se le utilizó como Cuartel General, para ser convertido por Napoleón, años más tarde, en museo. La última modificación que se le hizo, durante el mandato de Mitterrand, fue la construcción de la Pirámide de Cristal, imponente obra que se encuentra en la zona de la entrada principal y que le recuerda a los visitantes la presencia del siglo XX, antes de perderse en el interior del museo en un viaje por el pasado.

El museo está dividido en tres plantas y en ocho salas: antigüedades orientales, egipcias, griegas, etruscas y romanas, esculturas, pinturas, artes gráficas y objetos de arte. La parte de construcción que queda sobre el suelo está formada por tres alas: Denon, Richelieu y Sully, cada una con sus patios interiores y sus jardines. La sección de objetos de arte, guarda la colección de joyas de la Corona Francesa que contiene el increíble diamante Regent de 186 kilates. En el Salón Napoleón, se pueden observar la historia del propio museo y exposiciones temporales; esta es también la parte donde se ubican restaurantes y librerías dentro del museo. El Louvre abre sus puertas de 9.00 h. a 21.30 h. todos los días, excepto los martes. No hay necesidad de hacer reservación, aunque si de tomar en cuenta que es el museo más visitado de Francia y que seguramente habrá que incluir un tiempo para las filas. Por ser un museo tan grande, es recomendable disponer de varios días o visitarlo por zonas.

El Palais Royal es una impresionante construcción destinada al Cardenal Richelieu en 1639. La belleza y la paz que irradia hacen pensar en los tiempos de antaño, en las intrigas palaciegas y eclesiales que dominaron esa época de la historia. Para poder sostenerlo, desde los tiempos de la monarquía, se abrieron al público varios salones de la planta baja convirtiéndolos en cafés y tiendas exclusivas que perduran hasta hoy.

Les Halles fue el mercado más importante desde 1183 hasta los años sesenta, en que por razones de tráfico fue demolido y convertido en un espacio más higiénico y moderno, pero menos vivo, llamado Forum des Halles. Actualmente bajo éste se localiza una de las estaciones del metro de París más abarrotadas. Su espacio multicomercial y modernista es ocupado por tiendas de todo tipo y cafés. En los alrededores de este Forum se encuentra la Videoteca de París, amplia, moderna y muy visitada y el Museo de Holografía que ofrece retratos que parecen vivos. A escasos metros del Forum se encuentra la Fuente de los Inocentes, obra renacentista que atrae a mucha gente debido a su belleza y sencillez.

El Centro George Pompidou, conocido también como el Museo Nacional de Arte Moderno, es el centro principal de las exposiciones temporales y de obras de Matisse, Miró y Picasso entre otros. Cuenta con una extensa plaza exterior donde artistas callejeros presentan sus obras. El Museo es un moderno complejo que cuenta con biblioteca informativa, salas de proyección y un Centro de Creación Industrial dedicado a la arquitectura moderna.
En la zona aledaña al Pompidou se puede acceder a sitios curiosos como El Defensor del Tiempo, que no es otra cosa que un gran reloj mecanizado de belleza excepcional el IRCAM, un centro 'underground' destinado a la creación musical y la Plaza Igor Stravinsky, que cuenta con la primera fuente contemporánea de París, llena de colorido contrastante con la sobriedad de la zona.

Place Vendome es una pequeña zona destinada a albergar la estatua de Luis XIV, pero que terminó ocupada por la efigie de Napoleón. Actualmente es la zona financiera de París, cuajada de bancos, joyerías, casas de bolsa y el Ministerio de Justicia. Siguiendo por la Rue de la Paix, se pueden observar las mejores tiendas de pieles, joyas y artículos decorativos en oro hasta llegar al Teatro de la Opera, el más grande del mundo, de estilo neobarroco, que ha albergado a lo más selecto de la aristocracia y la burguesía posterior a la Revolución Francesa y cuyo vestíbulo fue decorado por el pintor Chagall . El camino de la Opera a la Place de la Madeleine fue en su tiempo el camino de artistas tan brillantes como Renoir y Manet, que celebraron en esta zona la primera exposición de pintura impresionista. En esta zona se encuentra también el sitio donde los Hermanos Lumiere presentaron la primera obra de cine. Esta herencia cinematográfica ha llevado a colocar en el Boulevard Des Capucines las mejores salas cinematográficas de París, puesto que sus habitantes continúan rindiendo homenajes a este arte. A dos manzanas de la Madeleine se encuentra Maxim's, el restaurante más exclusivo de la ciudad.

Caminar por la Rue du Faubourg Saint-Honoré es hacerlo por la calle que ofrece los espacios más excéntricos en cuanto a compras en París; al mismo tiempo, es posible observar el Palacio Presidencial Francés, conocido como Palais de l'Elysèe.
Dentro de la área que se conoce como Orilla Derecha se encuentra el distrito de Montmartre que es la zona bohemia por excelencia. Aquí es posible apreciar los paisajes humanos y naturales que inspiraron a Renoir, Van Gogh , Gauguin y Picasso en sus particulares visiones del mundo. Aquí también se encuentran algunos de los estudios donde inicialmente estos artistas dieron rienda suelta a sus ideas; estudios que pueden visitarse con ayuda de los habitantes de la zona. Un veloz viaje hacia el presente hace ver en sus calles, artistas de todo tipo, en especial pintores, que realizan sus obras en las aceras de la Place du Terte, ante los asombrados ojos de los turistas. Este mercado de arte resulta interesantísimo por la viveza de su gente, por la mezcla de colores y acentos que la zona impone y por el contraste entre lo sublime y lo vulgar.
Pequeño pero adecuado a la obra de Salvador Dalí, en el corazón de este distrito, existe un pequeño museo que muestra algunas pinturas de este genio español. También es recomendable visitar el Museo Montmartre que realiza exposiciones temporales de obras artísticas nacidas en la zona; quizá no tenga la imponente fuerza de otros museos de París, sin embargo, ofrece el atrevimiento de sentir que se descubre el arte que está naciendo en el presente.


La Basílica del Sacré-Coeur


ubicada en una colina, refleja la luz de manera espectacular en esta parte de París. Fue construida en 1871 en un estilo romano bizantino, recargado en adornos, de piedra de Chateau-Landon que tiene la cualidad de endurecer y volverse más blanca con el paso de los años. Desde su cúpula, se obtiene una estupenda vista de la ciudad que se convierte en uno de los mayores atractivos para el turista. Para acceder a la basílica se puede tomar el funicular que parte de la calle Foyatier y que acepta los billetes del metro de París.

Cercana a esta basílica se localiza la Iglesia de Saint Pierre de Montmartre, posiblemente la más antigua de París, construida en 1147, cuya belleza radica en su estilo gótico primitivo.

El Cementerio de Montmartre le ofrece la belleza de sus jardines y su silencio respetuoso, con la posibilidad de acercarse a las tumbas de algunos notables personajes de la cultura como Stendhal, Heins, Degas, Zolá y Berlioz.
Hay dos sitios de este distrito que cuentan con una gran tradición popular. El primero es un restaurante llamado 'A la Mère Catherine', donde los cosacos rusos con su mezcla lingüística crearon una jerga de este ambiente que perdura en París. El otro lugar es el Au Lapin Agile ('El Conejo Agil), club nocturno donde se realizan tertulias literarias desde 1910 que conviene visitar para empaparse del entorno bohemio de la zona.
Finalmente, es necesario señalar que de todo París, solo en Montmartre sobrevive una pequeña parcela de viñedos ubicados en la Rue Sant Vicent y que el primer sábado de octubre reviven el ritual de la vendimia, olvidado y perdido entre las historias de esta cosmopolita ciudad.

El Marais es otro distrito de la Orilla Derecha cuyo nombre proviene de haber sido una zona pantanosa. Las construcciones que conserva revelan el desarrollo histórico, artístico y arquitectónico de París desde los últimos años del siglo XVI hasta la Revolución. Es una zona que guarda a las casas más representativas del renacimiento y que actualmente alberga museos históricos y biográficos, así como bibliotecas. Algunas de sus viejas mansiones se han convertido en sobrios hoteles que permiten vivir la fantasía de hospedarse en sitios verdaderamente impresionantes.

La Place des Vosges es una zona de increíble belleza con sus jardines y construcción palaciega de absoluta simetría. El escritor Víctor Hugo vivió en esta zona y su hogar es actualmente un museo en su honor.


El Museo Picasso fue creado en 1986 con numerosas obras del autor que el gobierno francés heredó como pagos sucesorios a la muerte del pintor. Alberga una colección de cuadros, dibujos y esculturas que reflejan claramente la evolución del artista, con sus períodos azul, rosa y cubista. La colección no se exhibe completa todo el tiempo; hay obras que no pueden verse en una visita, pero que seguramente en otra podrán disfrutarse. El museo incluye pequeñas salas de proyección y abre todos los días, excepto martes y festivos, de 9.30 a 18.00 h.

El Museo Kwok-On es una de esas extrañezas en el corazón de París: un espacio dedicado a la cultura oriental que contiene objetos de los festivales callejeros de las tradiciones orientales.

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